EL ECONOMISTA INDIGNADO


Tras un día con más pena que gloria, al regresar a mi apartamento abro el buzón. Hoy el cartero tampoco ha dejado ningún aviso de carta certificada de citación en el juzgado. Ojeando la correspondencia recibida, entre facturas y propaganda resalta una revista: Análisis Financiero. La envían del IEAF (Instituto Español de Analistas Financieros),  asociación de la que soy miembro más por circunstancias casuales que por convicción de pertenencia al gremio. El IEAF agrupa entorno a 1.400 profesionales del análisis, inversión y gestión financiera. 



En el sumario de portada me llama la atención el siguiente artículo: “EL SROI (SOCIAL RETURN ON INVESTMENT): UN MÉTODO PARA MEDIR EL IMPACTO SOCIAL DE LAS INVERSIONES”. Esta revista no se prodiga demasiado en abordar cuestiones sociales, y puede resultar interesante ver que enfoque le dan. Mientras busco la página 34 de la revista, me pregunto acerca de la continua necesidad de utilizar siglas en inglés. La conexión es evidente con el tema de la Econocracia comentada el otro día: de igual modo que hasta el Concilio Vaticano II las misas se celebraban en latín, en el ámbito financiero es habitual introducir expresiones anglosajonas. Poco importa que no se entiendan o que existan palabras en nuestra lengua con idéntico significado; lo relevante es su función litúrgica a la hora de transmitir el dogma (religioso o económico según el caso).

Al llegar a la página señalada en el índice me quedo perplejo. Ni rastro del artículo buscado. En su lugar me encuentro con otro que tiene por título “La prima de riesgo por tamaño en el Mercado Continuo español”. Compruebo la página, repaso de principio a fin la revista, y ni rastro del artículo en el que había depositado tanta expectación. Continúo repasando la revista, ya de forma un tanto maquinal. Me planto en otro artículo llamado “Riesgo de inmunización absoluto como medida general del riesgo de inmunización”. Vaya mierda de título (disculpad mi vocabulario. Ya sabéis que normalmente no hablo así, pero es que estoy muy indignado). El contenido del mismo está a la altura del título (y pido disculpas a los autores, no es nada personal). Consiste en una sucesión de fórmulas como ésta tomada al azar:



¿Cómo podemos continuar obcecados con estas cuestiones secundarias después de una crisis que ha estado a punto de dinamitar el sistema financiero mundial por comportamientos irresponsables sin que los sistemas de medición de riesgo anticiparan nada al respecto? Además estas fórmulas son haikus inversos. Me explico: mientras estos poemas tradicionales japoneses condensan, dentro de sus versos breves de apariencia sencilla, reflexiones profundas y universales, por el contrario la formulación matemática de los modelos financieros acostumbra a no ser más que un caparazón sofisticado bajo el que se cobijan, en el mejor de los casos, verdades de Perogrullo.  

Archivo la revista en el lugar que le corresponde y me pongo a leer el libro “Los señores de las finanzas” de Liaquat Ahamed, una obra que me ha dejado mi buen amigo Armand. El tercer capítulo comienza con la siguiente cita:

Es bien sabido que la humildad es una escala para la ambición incipiente.
William Shakespeare, Julio César

Definitivamente hoy no es mi día ¿Pero que tiene la gente en contra de la humildad? De todos modos siempre me ha dado la sensación de que algo huele a podrido en las ideas que se desprenden de los textos de Shakespeare. Curiosamente su contemporáneo Voltaire tenía un juicio negativo sobre su obra. Y no puede atribuírsele al francés que fuera por antipatía a sus vecinos ingleses. En muchos aspectos sentía admiración por Inglaterra, y por ejemplo acudió al entierro de Isaac Newton en 1727. Por cierto, el padre de la física clásica perdió 20.000 libras tras el estallido de la burbuja de los mares del sur, una brutal crisis financiera fruto de (a ver si lo adivinais...) la especulación voraz y del fraude de los directivos de la compañía en connivencia con los poderes públicos. Tras la estafa, Newton (también indignado) se lamentó así: 

“Puedo predecir el movimiento de los cuerpos celestes,
pero no la locura de las gentes”

Si bien los fundamentos recogidos en los Principia de Newton fueron superados en el s. XX de la mano de la física cuántica (aunque su base mecanicista aún inspire a los modelos económicos), hay que reconocer que con esta frase el científico inglés lo clavó.

5 comentarios:

  1. Muy bueno, aunque has tocado varios temas y cada uno de ellos daba para un blog! felicidades!

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  2. Ah!, me he olvidado de comentar el "haikus inversos", de nuevo, nos deleita con la "acuñación" semántica; a nuevas palabras, nuevos conceptos!

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  3. Gracias! aunque a veces me disperso y temo que me acabo perdiendo por cuestiones secundarias. En la próxima entrada intentaré centrarme en un sólo tema para así poder profundizar más. Irá en relación con un asunto bastante delicado y polémico: la inmigración.

    Hasta muy pronto!

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  4. Uy, me acabo de hacer fan del SROI. También del concepto de haiku inverso que comentaba A6DERIBA. Pero hay una reflexión tuya que me ha matado. La transcribo: "Vaya mierda de título (disculpad mi vocabulario. Ya sabéis que normalmente no hablo así, pero es que estoy muy indignado)"

    Disculpa, economistahumilde, pero te he imaginado con el bombín inglés, un paraguas perfectamente erecto y el mentón apuntando a la luna mientras decías la frase entre paréntesis.

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  5. Que le voy a hacer, reconozco que no tengo gracia para los tacos. Además en general pienso que el recurso del insulto es la via desesperada cuando se ha perdido la razón.

    Eso si, hay notables excepciones como el ¡A la mierda! del incomparable Labordeta (en paz descanse), que elevó el insulto a la categoria de aforismo.

    http://www.youtube.com/watch?v=RGB71U4E1Rk

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