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La alarma ha saltado en el último país donde cabría esperar el menor
altercado financiero. Todo comenzó el pasado martes cuando la Autoridad Federal
Supervisora del Mercado Bancario Suizo publicó como de costumbre su informe
mensual. Una de sus tablas mostraba una caída superior al 95% en los pasivos de
dos bancos de mediana capitalización: concretamente el HSW y el BSNP. Al cabo
de pocas horas el documento fue retirado de su página web, y hasta la fecha el ente
supervisor, así como las entidades afectadas, han declinado hacer cualquier
declaración al respecto.
Sin embargo, en círculos financieros se atribuye el incidente a un error
informático, el cual ya incluso ha sido bautizado con el nombre de “efecto Petit Suisse”. A principios de los años
ochenta, cuando se desarrolló la sólida plataforma informática de los bancos
suizos, se consideró más que suficiente dotar de una capacidad máxima de 12
dígitos para los importes de las cuentas. Tres décadas después, en el penúltimo
informe de la Autoridad Federal podía constatarse que los dos bancos en
cuestión registraban unas cifras muy cercanas al billón de francos suizos. Al
superarse esa cifra, de producirse la hipotética limitación informática, el
contador se pondría a cero, en línea con lo acaecido hace algo más de una
década con el “efecto 2000”. En cuanto a las grandes entidades del país, éstas no
se habrían visto afectadas por el “efecto Petit
Suisse” debido a su estructura interna, fragmentada en múltiples divisiones
de negocio independientes.
Por todos son conocidas las causas subyacentes de este “desbordamiento” de
la banca suiza. El flujo de capital proveniente de los denominados PIIGS ha
sido continuo durante años, tendencia que se ha visto todavía más acentuada en
los últimos meses tras las inyecciones financieras vinculadas a los planes de
rescate. Este hecho pone en entredicho la eficacia de la política comunitaria para
tratar de reflotar las maltrechas economías periféricas europeas. Además, desde
fuera del viejo continente también se ha visto incrementada la entrada de
capital hacia Suiza, a causa de las menores expectativas de crecimiento para
las economías emergentes.
Fuentes del sector, que han preferido no desvelar su identidad, apuntan a
que la banca suiza ya ha emprendido las medidas oportunas para garantizar que
el hipotético error no se vuelva a producir. El plan de contingencia se basa en
dos pilares. En primer lugar, el inmediato redimensionamiento de la plataforma informática
para dar cabida “a todo el dinero del mundo” según palabras textuales del
informante anónimo. Y segundo, la implementación de un dispositivo backonline con las Islas Mori. De esta
manera, todos los datos del sistema financiero suizo dispondrían de un sistema
de copias de seguridad en tiempo real hacia el mencionado paraíso informacional.
Incluso ya se han recibido diversas peticiones de clientes solicitando una “pérdida”
temporal de información sobre los saldos de sus cuentas, abriéndose así, una
posible nueva línea de negocio.
Porqué a pesar de los duendes de la informática, todo parece indicar que en
el futuro continuará siendo válida la célebre cita de Voltaire sobre la banca
suiza: “Si alguna vez ve saltar por la ventana a un banquero suizo, salte detrás. Seguro hay algo que ganar.”
Con
esta noticia da inicio una nueva sección de economía ficción. En ella se
anticiparán sucesos económicos que, ceteris paribus, pueden tener lugar en un
futuro cercano. ¿Mentiras? Según se mire, yo prefiero llamarlas verdades del mañana,
a no ser que logremos evitarlas.
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