¿El valor de las ideas? Entre los 3.000 impactos publicitarios que, como cada día, habré recibido hoy, este anuncio en particular se ha quedado grabado en mi retina. Quizás sea por su pretendido sentido del humor. Aunque bien visto, no tiene ninguna gracia...
Primero porque lo que sugiere la imagen del anuncio del Santander constituye ni más ni menos que un delito. Aunque vale, de acuerdo, con la asombrosa habilidad del banco y de su presidente Emilio Botín para evadir causas judiciales, este detalle no reviste la menor importancia.
Y segundo, porque en un mundo como el nuestro, en el que miles de personas se ven obligadas a arriesgar sus vidas en un intento desesperado de emigrar del tercer al primer mundo, lanzar una campaña como ésta resulta bochornoso. Además no solo se trata de un anuncio (que ya resultaría suficientemente obsceno), sino que se nos anima a participar en esta broma macabra enviando nuestros propios videos.
La propaganda actual toma buena nota del Principio de la vulgarización de Goebbels: "Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida". En consecuencia, está claro que la publicidad nos toma por idiotas. Lo que está por demostrar es que no lo somos.
Y a partir de aquí, como siempre, tenemos nuestro (aunque estrecho) margen de maniobra. Podemos entrar en el juego, crear un video supuestamente gracioso y enviarlo para tratar de ser el afortunado ganador de un lujoso viaje al GP de Abu Dabi (y de paso también participar en la promoción del BBVA para ganar 300 cromos panini de la liga de fútbol, campaña que tampoco tiene desperdicio) O por el contrario podemos dedicar ese tiempo a informarnos acerca de otras iniciativas menos lúdicas en las que también participa esta entidad financiera, como la industria armamentística (campaña bancalimpia de Setem), y comenzar a valorar la posibilidad de participar en otros tipos de banca, como la banca ética.
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