INTRODUCCIÓN A LAS FINANZAS ÉTICAS (Y A LAS QUE NO LO SON TANTO...)



La necesidad de potenciar la banca ética ha sido incluida en muchas de las listas de mínimos creadas a partir del movimiento del 15-M. Sin embargo esta manera de hacer banca sigue siendo una gran desconocida para la mayoría de personas. Precisamente con la finalidad de contribuir a su difusión se ha escrito esta humilde introducción al tema.

Cuando se habla de finanzas éticas se ha convertido en un lugar común recurrir al concepto de oxímoron, como si se tratara de 2 términos opuestos (al estilo de silencio atronador, luz oscura, inteligencia militar…). Pero en cierto sentido el debate sobre si las finanzas pueden o no ser éticas resulta estéril . Yo lo situaría al mismo nivel que las discusiones sobre si los seres humanos son buenos o malos en esencia. Cada uno de nosotros es responsable de sus actos, y este libre albedrio desmonta las excusas hipócritas con las que solemos autoengañarnos, del tipo “las personas son malvadas por naturaleza” o “el mundo me ha hecho así”. A modo de síntesis y volviendo al ámbito financiero, la siguiente cita de Gandhi no puede ser más elocuente: “El capital no es un mal en sí mismo. El mal radica en su mal uso.”

Pero vayamos por partes. En primer lugar ¿Qué entendemos por finanzas? Las finanzas son la rama de la economía que versa sobre todo lo relacionado con el dinero. En el sistema económico global actual las finanzas desempeñan un rol clave. Se acostumbra a considerar que una vez “superada” la fase de un sistema capitalista industrial, hemos entrado en un sistema capitalista financiero. Esta aseveración se basa en el hecho de que las finanzas ya no sólo son un soporte dinamizador de la economía real o productiva, sino que han adquirido “vida propia”. Por ello, cuando el sistema financiero falla, no es que se introduzca un palo en la rueda de la economía; es que ¡deja de existir la rueda! Así las cosas, no es de extrañar que los gobiernos hayan inyectado sin vacilar billones de euros en las entidades financieras, al mismo tiempo que recortan con la misma determinación el resto de partidas presupuestarias.

Diversos estudios sitúan en un 90%-95% las transacciones de divisas cuyo único fin es la especulación financiera, dejando un casi insignificante 5%-10% al comercio de bienes y servicios de la economía productiva. A ello ha contribuido la revolución de las telecomunicaciones, pero sobre todo la voluntad política a la hora de liberalizar los mercados de capitales, eliminando toda regulación que pudiera suponer un freno a su libre movilidad. De esta manera el dinero puede fluir con total libertad e inmediatez por casi todos los rincones del planeta, y se ha generalizado la convicción de que igual que el “peral da peras”, el dinero genera más dinero por la vía especulativa y de forma independiente a la economía real. Así, a lo largo de un solo día lo más normal es que una misma unidad monetaria se haya vestido sucesivamente yen, renminbi, euro, dólar… (como rezaba el subtitulo de Wall Street II, el dinero nunca duerme), y haya visitado múltiples paraísos (fiscales, por supuesto). Durante este frenético viaje es imposible que haya creado riqueza real alguna, pero probablemente tras su paso habrá desestabilizado precios y producciones y mermado la soberanía de los estados para establecer políticas económicas eficaces.

Las autoridades monetarias, entre las que destacan la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, en EEUU y en la Unión Europea respectivamente, lejos de intentar poner freno a esta espiral desestabilizadora, se han erigido en los principales paladines de la libre circulación de capital. Por otra parte, conviene no olvidar que estos organismos ostentan un status especial que les hace independientes de los poderes políticos, como si se considerase que las cuestiones monetarias son demasiado serias para dejarlas en manos de los gobiernos (y por ende de la democracia).

Al calor de este panorama enrevesado y sombrío, han (re)aparecido múltiples teorías sobre el irremediable expolio de la riqueza mundial por parte de los bancos mediante del sistema de reserva fraccionaria, por el cual crean el dinero a partir de deuda. Estas tesis están argumentadas en obras de economistas como Murray Rothbard o Michael Rowbotham. La saga Zeitgeist o la fábula de la isla de los naufragos ofrecen aproximaciones más accesibles, aunque también más simplistas y tendenciosas. A pesar de que sus incendiarios planteamientos pueden ser muy seductores, creo que resulta más constructiva la senda señalada en la cita de Gandhi.

Respecto a la situación particular del sistema financiero en España,  me limitaré a señalar su principal singularidad: su dimensión descomunal dentro del conjunto la economía. Resulta sorprendente que un país situado a la cola de la OCDE, cuente con 2 de los mayores bancos (BSCH y BBVA) a nivel mundial. Por supuesto existe una explicación lógica para semejante hegemonía, forjada básicamente durante las décadas de la dictadura franquista, pero para no extenderme demasiado y evitar desviarme más del tema que nos ocupa hoy, lo dejo pendiente para una futura entrada del blog (aunque en el fondo ambas materias estén estrechamente relacionadas, incluso más de lo que a primera vista pudiera parecer).

Y así llegamos, ahora sí, al terreno de las finanzas éticas. No se trata ni mucho menos de un fenómeno reciente. Su espíritu puede ilustrarse mediante 2 ejemplos de los años 70, que condensan los 2 principios básicos de la banca ética. Durante la guerra de Vietnam, diversos colectivos norteamericanos que promovían determinados valores éticos descubrieron que su dinero estaba ayudando a financiar el conflicto bélico, por lo que decidieron dirigir sus ahorros hacia actividades más acordes con sus valores. Al mismo tiempo, a miles de kilómetros de distancia, el economista Muhammad Yunus comprobó en Bangladesh que concediendo microcréditos de pocos dólares a tipo de interés reducido, mujeres que tejían muebles de bambú podían escapar del círculo vicioso de la deuda (en el que estaban  sometidas por culpa de prestamistas usureros) y hacer que sus negocios prosperaran.

En síntesis, la banca ética convierte al dinero en un vehículo al servicio de una economía productiva y social en sintonía con unos determinados valores, sin renunciar al mismo tiempo a la rentabilidad económica. De este modo,  este tipo de entidades capta recursos (siempre de origen limpio), a los que da una retribución monetaria, y los destina a financiar actividades teniendo en cuenta una lista de criterios positivos (sostenibilidad ecológica, desarrollo local, integración social de colectivos desfavorecidos…) y negativos (empresas armamentísticas, que operen en paraísos fiscales, que exploten a sus trabajadores, que torturen animales…). Alguien se preguntará si entonces cabe considerar a la banca tradicional como “no ética”. Sencillamente para la banca tradicional estas cuestiones son irrelevantes, y se limita a tomar las decisiones que maximicen su beneficio económico. Un caso particular, de tradición más que centenaria en España, lo constituyen las Cajas de Ahorro. Esta rara avis, por su espíritu fundacional, su ámbito local y su naturaleza jurídica compartía no pocas similitudes con la banca ética. Y digo “compartía”, porque en los últimos años las cajas han sido objeto de un progresivo proceso de bancarización, que está a punto de culminar con su completa extinción. Mucho se ha escrito acerca de su ineficiencia, acusándolas de no ser organizaciones privadas puras. No es momento ahora de entrar en ese debate, que por otra parte ha pasado inadvertido para la opinión pública, pero los datos oficiales de morosidad del mes de marzo de este año, invitan a la reflexión (Bancos: 6,26% / Cajas: 5,96% / Cooperativas: 5,24%).

En el extremo opuesto a la banca ética, se situan aquellas finanzas al servicio de la economía destructiva. Un vergonzoso ejemplo de esta banca antiética nos lo ofrece el Fondo del Vicio (www.vicefund.com) que sin el menor pudor centra sus inversiones en la industria armamentística, tabaquera, de bebidas alcoholicas y de juego. Increible pero cierto. Aunque la actividad de este fondo estadounidense nos pueda resultar anecdótica y muy lejana, existen infinitos ejemplos menos grotescos, pero igual de destructivos y lamentablemente mucho más cercanos. En este sentido la asociación Setem ha lanzado la campaña BancaLimpia donde podrás comprobar si tu banco está financiando o invirtiendo en empresas de armamento. A nivel internacional destacan Banksecrets y Banktrack, centros de monitorización y difusión sobre operaciones controvertidas impulsadas por el sector financiero.

Si bien el elemento más habitual a la hora de determinar si un banco es ético o no consiste en analizar el destino de sus préstamos e inversiones, cabe valorar otros factores relativos a todos los agentes que se ven afectados por sus actividades (recogidos en el término inglés de "Stakeholders", podría traducirse como partes interesadas).


Concretamente en la relación banca-cliente en nuestro país, se han institucionalizado unas conductas de ética más que dudosa. Por un lado, aunque se anuncie bombo y platillo un asesoramiento de calidad al cliente acerca de los productos y servicios idoneos para él, la realidad es que la comercialización se rige  por las necesidades de la propia entidad (que se traslada a los empleados con agresivos objetivos de venta diarios) . Por otra parte, se acepta como práctica habitual una negociación sobre comisiones y tipos de interés más propia de un mercadillo tercermundista de souvenirs que de un mercado serio, transparente y desarrollado (podeis comprobarlo yendo a vuestra sucursal a quejaros por la última comisión cobrada). En último lugar, de acuerdo con su orientación a resultados, la mayoría de bancos ofrecen las mejores condiciones a los clientes con mayores rentas y patrimonios, mientras que a los colectivos más humildes se les otorga el trato inverso. A veces, especialmente en el caso de los colectivos más desfavorecidos, se les imponen unas condiciones draconianas que responden a una descarada intención de que el cliente deje de serlo. No cabe duda que esta dinámica encaja perfectamente dentro de la lógica empresarial convencional, pero desde un punto de vista ético, no deja de ser reprobable que por ejemplo un directivo con un sueldo de 75.000€ anuales no pague ninguna comisión y tenga una hipoteca al euribor+0,45%, y en cambio un desempleado tenga que soportar un sinfin de comisiones y una hipoteca al euribor+1,50%.

Hasta aquí la teoría. Entremos ahora en cuestiones prácticas sobre la banca ética. En España, aunque su en términos cuantitativos es aún mínimo, están proliferando no pocas iniciativas interesantes. En el año 2010, según el barómetro elaborado por la asociación FETS el volumen gestionado por este tipo de banca se incrementó en un 22,5%. FETS (Financiación Ética y Solidaria) es una asociación de segundo grado, que agrupa entidades catalanas del Tercer Sector y de la Economía Social y Solidaria que quieren promover la financiación ética y solidaria en nuestro país.  

La opción que ha conseguido hasta la fecha una mayor implantación estatal es el Banco Triodos. Esta entidad ofrece por un lado la posibilidad de ahorrar, invertir y gestionar las finanzas cotidianas (cuenta corriente, tarjeta, y domiciliación de nómina y recibos), y por otro concede créditos a actividades económicas con un impacto positivo en alguna de las siguientes 3 áreas: social, cultural y medioambiental. Uno de sus puntos débiles es la imposibilidad acceder a préstamos hipotecarios o personales para particulares, de modo que las familias deben continuar recurriendo a la banca tradicional para contratar estos productos. Y es bien sabido que para conseguir un préstamo los bancos exigen un elevado grado de vinculación (nómina, tarjetas, seguros…). Recientemente ha surgido una alternativa para los particulares a la hora de obtener financiación: comunitae. Aunque no se enmarca dentro del ámbito de la banca ética, comunitae es una iniciativa pionera en cuanto a banca directa. Consiste en una plataforma de Internet donde se pone en contacto a personas que necesitan dinero con otras personas que están dispuestas a prestárselo a cambio de un tipo de interés, de una manera transparente, segura y legal.

También a nivel estatal, está teniendo una importante expansión FIARE (Fundación Inversión Ahorro Responsable). Su objetivo es crear una cooperativa de crédito que utilice la actividad bancaria para transformar la sociedad, invirtiendo sólo en proyectos sociales, medioambientales, culturales, humanitarios y de cooperación internacional. FIARE es agente en el territorio español de la Banca Popolare Etica de Italia, referente a nivel europeo.

A nivel local las posibilidades se multiplican, desde Oikocrèdit o Coop 57 en Catalunya, hasta GAP (Grupo de Apoyo a Proyectos) en Madrid, pasando por IDEAS en Córdoba o ENCLAU en Valencia, por citar tan solo algunos de los proyectos en marcha.

Personalmente veo a la banca ética como una bicicleta, que de un modo saludable y sostenible facilita el avance de la economía productiva y social. Mientras tanto la banca tradicional se dedica a patrocinar equipos de formula 1 y motociclismo, vehículos mucho más rápidos y competitivos pero también más elitistas, contaminantes y con mayor riesgo de sufrir accidentes. Porque en materia de finanzas, como todo en la vida, no existe una sola manera de hacer las cosas. Y como siempre, la responsabilidad  última reside en cada uno de nosotros.

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