¿QUIÉN SE HA LLEVADO MI SILLA?


4 sillas. 5 personas. Cruce de miradas llenas de temor y desconfianza. Finalmente deciden cooperar: colocan las sillas en fila y se sientan todos compartiéndolas. Con ciertas estrecheces, si, pero sonrientes y satisfechos.

En resumen, ese es el contenido del video promocional de la próxima maratón por la pobreza que llevará a cabo TV3, la televisión pública de Catalunya, el día 27 de mayo. El eslogan de la iniciativa es “que nadie se quede fuera de juego”. Un título de lo más acertado.


 Hasta aquí la cara amable del juego. Existe otra, por desgracia bastante más cotidiana: con tal de obtener un asiento, los individuos luchan, compiten, se engañan e invierten en “capital humano” (pero no para aprender, sino para garantizarse una silla lo más confortable posible). Todo ello con una música estridente de fondo que empuja a moverse con rapidez pero imposibilita el pararse a pensar. Lo único que parece claro es que cualquier medio es válido para alcanzar el objetivo. Las cuestiones éticas están de más.

Esas son las 2 modalidades del juego: una colaborativa y otra competitiva. Pero lo más importante, lo que nunca, en ningún caso, deben plantearse los jugadores es la siguiente pregunta: ¿A dónde van a parar las sillas que faltan? Porqué si el video de la maratón continuara, imagino a la cámara haciendo un zoom out y un travelling hacia la parte trasera del escenario, lugar en el aparecería una pila de sillas cuya altura se pierde en un cielo oscuro cubierto de sombríos nubarrones.

Tan solo es una reflexión, probablemente inoportuna y sin duda políticamente incorrecta. Además supongo que la iniciativa televisiva se lleva a cabo con la mejor de las intenciones, y de hecho creo que cuando llegue el día también participaré. Pero no puedo evitar pensar que solidaridad y caridad más que sinónimos, por lo general se mueven en direcciones opuestas. Hay un método que acostumbra a funcionar para diferenciar una actuación solidaria de una caritativa. Y es preguntarse acerca de su impacto en el problema. En el primer caso ayuda a solventar el problema. En el segundo tan solo proporciona un alivio temporal, lo hace más llevadero, pero contribuye a perpetuarlo.

Y mientras tanto el juego prosigue con su avance implacable. De hecho, mientras estabas leyendo estas líneas se ha producido una pequeña modificación: quedan 3 sillas.

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